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¨Justo es el Señor y a los justos
ama. Contemplará su rostro el
hombre bueno¨.
Sal.10,7
La beatificación del Hermano Carlos de Foucauld no puede expresarse directamente como la beatificación de un padre fundador de tal o cual congregación, instituto, asociación, etc. porque realmente Carlos murió sin posteridad no habiendo podido fundar LA FRATERNIDAD que soñó con todas sus fuerzas.
El primer motivo de acción de gracias ante su beatificación es el reconocimiento por parte de la Iglesia de su espiritualidad basada en Jesús el modelo único y su estilo de vida en Nazaret.
El segundo motivo de acción de gracias ante su beatificación es el surgimiento de su testimonio y carisma en diez congregaciones religiosas, ocho asociaciones de vida espiritual, un instituto secular y otros grupos en gestación; justamente después de su muerte violenta ocurrida el 1ro. de diciembre de 1916 a los 58 años de edad. Proféticamente escribía el 15 de diciembre de 1904: ¨Cuando el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; si muere da mucho fruto… No he muerto, estoy solo… Ruegue por mi conversión para que al morir de fruto…¨ Y gracias a Dios así es.
En nuestro contexto cultural cubano es necesario explicar toda la riqueza de contenido que tiene la palabra beato que no es sinónimo de raro, sino que rectamente significa: bienaventurado, dichoso, feliz, es decir aquella persona cristiana, profundamente humana, de ejemplar virtud en el seguimiento de Jesús y su proyecto del Reino resumido en el mensaje de las Bienaventuranzas (Mt.5) . Es decir que Carlos de Foucauld fue un hombre bienaventurado, dichoso, feliz y la Iglesia hoy lo reconoce como tal y propone la espiritualidad foucauldiana como un estilo de vida cristiana.
Ante Carlos de Foucauld nos hallamos con un evangelizador para nuestro tiempo, místico y comprometido; amante de la soledad para encontrarse con su yo más íntimo y necesitado de la amistad de los otros; profundamente enraizado en Dios y secular, ecuménico, inquieto por la ciencia, la literatura, creativo y amante de la vida en sus más mínimos detalles. Una persona que fascina a quien se acerca a él y que invita a crecer¨. Según el mismo dice: ¨Creer es crecer¨. Esto le motivaba a vivir: ¨ Siempre adelante. Nunca hacia atrás¨. Era un ser humano hecho de barro con contradicciones y vacilaciones pero que como él aclara, Dios le cambió totalmente su vida: ¨En cuanto supe que existía un Dios, comprendí que lo único que podía hacer era vivir para Él¨ y fue justamente lo que hizo teniendo una vida de santidad con la cual quiso ¨gritar el Evangelio¨.
La declaración de santidad hecha por la Iglesia podemos decir que es tan antigua como ella mima, y en los primeros siglos de ésta se hacía de un modo sencillo casi espontánea. Brotaba del sentido de fe del pueblo, de la ¨vox populi¨ que luego era aceptada por la jerarquía católica. Todavía hoy resuena en nuestros oídos la aclamación sencilla y espontánea de ¡SANTO, SANTO, SANTO! hecha por el pueblo congregado en la Plaza de San Pedro ante el fallecido Papa Juan Pablo II cuando lo retiraban para inhumarlo, fue una verdadera aclamación de la ¨vox populi¨ que en la Sagrada Escritura significa: ¨El justo será siempre aclamado¨.
Esta ¨vox populi¨ también resonó para Carlos de Foucauld cuando los árabes le pusieron por sobrenombre el "hermano universal": tiene espacio y tiempo para todos los que acuden a él. Identificándolos a todos sin excepción como sus prójimos. El amor fraterno del hermano Carlos es bien concreto con la persona que tiene a su lado. Abundante es su bibliografía que lo atestigua, en una de ellas dice: ¨Hay que ser humano, cariñoso, incluso para decir las cosas más simples. Yo, me río siempre y enseño mis feos dientes. La risa pone de buen humor a tu interlocutor, acerca a los hombres, permite comprenderse mejor y alegra un corazón sombrío... El apostolado por la bondad y la amistad es el mejor de todos¨.
El tercer motivo de acción de gracias por la beatificación del Padre Carlos de Foucauld es que haya sido el Papa Juan Pablo II quien firmara el decreto de beatificación el 20 de diciembre de 2004 y para el próximo 13 de noviembre de 2005 el Papa Benedicto XVI haya dispuesto la celebración de la ceremonia de la beatificación en la propia Plaza de San Pedro. A partir de la beatificación Carlos de Foucauld como cristiano bienaventurado, dichoso, feliz, podrá ser llamado públicamente beato, es decir tenerlo especialmente presente celebrando litúrgicamente su memoria en los lugares donde hay motivo para hacerlo.
La familia espiritual foucauldiana hace suyas las palabras de Juan Pablo II pronunciadas en el año 2001: "Doy gracias por el testimonio de vida contemplativa y apostólica del humilde y pobre ermitaño de Hoggar (en pleno desierto del Sahara argelino) que se dedicó a seguir a Jesús de Nazaret".
Con la gracia de Dios intentemos como el Hermano Carlos de Foucauld vivir "la medida de imitación que es la del amor…¨ y lleguemos todos a ser cada día un poquito más bienaventurados, dichosos y felices. . Hagamos nuestra su ORACIÓN DE ABANDONO";
Padre mío, me abandono a ti,
haz de mi lo que quieras.
Lo que hagas de mi te lo agradezco.
Estoy dispuesto a todo.
Lo acepto todo.
Con tal de que tu voluntad se haga en mi,
y en todas tus criaturas,
no deseo nada más Dios mío.
Pongo mi vida en tus manos,
te la doy Dios mío,
con todo el amor de mi corazón
porque te amo, y porque para mi,
amarte es darme,
entregarme en tus manos sin medida,
con infinita confianza, porque Tú eres mi Padre.
Amén.
Hno. Carlos de Foucauld