En Farlete (España), 50 años después…

Tríptico con el programa (en pdf)

Hace 50 años que los primeros hermanos llegaron a Farlete. Son muchos los hermanos que han pasado y muchos los recuerdos que brotan. Son muchos años de convivencia estrecha viviendo una evolución, la de todos, al paso de la vida del pueblo y al compás de acontecimientos, situaciones, decisiones, separaciones y reencuentros, eventos festivos, y momentos de dolor y de tristeza: todo mezclado ¡como la vida misma!

¡Sí! todo eso ha sido el “material” que ha ido construyendo nuestra vida aquí, donde hemos aprendido mucho, unos con otros, unos de otros, donde nos hemos sentido cada vez menos extraños, y cada vez más siendo parte de una aventura colectiva: la andadura de un pueblo, Farlete, pero también Monegrillo, Perdiguera, Leciñena, también Alcubierre y Lanaja, donde en cada uno de estos pueblos se han ido tejiendo  relaciones y amistades. Y también en la capital: Zaragoza. Andadura que se va haciendo hasta hoy frente a la incertidumbre de un mundo que cambia tanto y a una velocidad de vértigo. Andadura que se hace con las aptitudes heredadas y adquiridas por una vida que en el pasado se forjaba en medio de las duras condiciones del trabajo del campo, del pastoreo, del clima, de la carencia de medios de todo tipo, de la estrechez.

Y queremos aprovechar esta fecha para dar gracias a la gente de Farlete por esta acogida que nos han brindado de muchas maneras, de forma continuada, a unos y otros; a todos los que nos hemos ido sucediendo, tantos y tan distintos. Una acogida que se ha plasmado en los momentos cotidianos del trabajo o de la diversión, en la ayuda mutua compartiendo cosas, servicios concretos, el echar una mano, las bromas, las risas y las sonrisas, y a veces el silencio de la comprensión y de la solidaridad callada, y también en el compartir de momentos difíciles, personales o colectivos. Ha hecho falta una paciencia amasada de confianza para ir mas allá de nuestras torpezas, y para comprender y respetar nuestra peculiar forma de vivir. A lo que se añaden las diferencias de nuestras distintas culturas, y a veces de nuestra forma de entender la vida. ¡Sí! Muchísimas gracias por habernos permitido estar de esta forma entre vosotros.

Muchos se preguntan: ¿y cómo es que han llegado a Farlete y no a otro pueblo más grande, más importante o con más posibilidades, siendo que el trabajo, cualquier trabajo, del campo o no, por cuenta propia o ajena es su forma de sustento? Es hora de contestar a esta pregunta.

Conociendo los sucesos, lo más claro es que ha sido un haz de circunstancias que se cruzaron, y a una velocidad trepidante. ¡Todo, menos tiempo para pensar!

En 1956, el noviciado (tiempo de primera formación, de un año de duración) se realizaba en un pueblo de Argelia, en el sur de Orán, en una zona próxima al gran desierto del sur argelino, llamado El Abiodh. En aquellos años se libraba la guerra de independencia entre Argelia y Francia, y en aquella zona el FLN (Frente de Liberación Nacional) estaba como en otras zonas muy activo, lo que provocó la muerte de un hermano con ocasión de una escaramuza, lo cual obligó a cambiar de lugar para la realización del tiempo de noviciado de los hermanos jóvenes, y eso de la forma mas rápida posible. Así fue como, estando de viaje por la carretera nacional de Zaragoza- Barcelona, el prior, René Voillaume, en compañía de otro hermano,  Jean-François, y haciendo una parada -se supone que en Alfajarín-, se percataron de un cierto parecido con la región de El Abiodh: paisaje, plantas, incluso la construcción de las casas. A los pocos días, este hermano se puso en contacto con el Arzobispo Monseñor Morcillo, que aceptaba con entusiasmo la presencia de estos hermanos en su diócesis (éramos una nueva congregación religiosa, distinta por su manera de vivir; viviendo de su trabajo en medio obrero o rural, y muy cercana a su entorno, barrio, pueblo; conviviendo y compartiendo la suerte de los vecinos, sea cual fuera su carácter).

A principio de octubre, este hermano y el prior, acompañados de Mosén Babil, llegaron a Farlete donde se encontraron con el Alcalde D. Francisco y con Mosén Ramón, el párroco en estos años. Antes habían podido echar un vistazo a la ermita de la Virgen de la Sabina que entonces no tenía apenas ventanas, ni agua, ni servicios, y en aquel momento de espera habían conocido también a la señora Sabina, esposa del alcalde, que los acogió. Al ver la Ermita tanto el prior como el otro hermano se quedaron en seguida seducidos a pesar de su gran tamaño. Después de varias entrevistas donde se expusieron dudas y preguntas de parte de la cofradía y se pusieron las condiciones de la estancia de los hermanos en la Ermita, se tomó el acuerdo de aceptar que los Hermanos viviesen en la Ermita respetando las condiciones expresadas. La Ermita de la Virgen de la Sabina les había seducido especialmente para vivir su estilo de vida: era como un flechazo.

El 3 de noviembre de 1956 este hermano con un triciclo de motor llega con una tinaja y varias cosas, las más imprescindibles. Al día siguiente llegaron los novicios avisados por telegrama. Unos días mas tarde, vino el arzobispo y su secretario: en Farlete eran días en que se estaba celebrando una misión en la parroquia, y se clausuraba; acto seguido el arzobispo con sus acompañantes subieron a la Ermita, donde lo recibieron los hermanos: no había mas que una silla un poco insegura, los demás sentados en cajas, y los hermanos sentados en el suelo. A partir de este momento, para la gente no hubo dudas: estos hermanos eran verdaderamente católicos.

 (Resumen del relato hecho por el hermano en cuestión)

En resumidas cuentas, los hermanos empezaron su vida en Farlete, seducidos por el paisaje, su carácter austero y desértico, seducidos por esta Ermita también pobre (lo justo necesario), sintiéndose aceptados exactamente en las condiciones con las cuales se querían situar: sin poseer nada, con la intención de trabajar en los mismos trabajos que la gente del lugar, y tener una cierta tranquilidad que les permitiera disponer de ratos de formación

A continuación, vinieron los arreglos: la pequeña capilla-cripta tan silenciosa y bonita, una pequeña joya; un dormitorio grande (hoy devuelto a su antigua y tradicional  función como sala capitular de la Cofradía de la Virgen), unas dependencias exteriores hechas de adobe, para la gente de paso.

Y después vino algo más que no estaba tampoco previsto: descubrir la Sierra, San Caprasio, como un lugar de silencio y de retiro. Encontraron una cueva que había sido utilizada por un bandido (“el Cucaracha”) que fue ampliada y acondicionada como estancias de los novicios. Y fue ésta la que dio la idea para excavar mas adelante otras, individuales, que permitían espacios de retiro. Y así, se puede decir, que también la Sierra nos acogió de esta forma tan singular para nosotros: lugar y paisaje preciosos que nos ayudaron en este difícil aprendizaje de la soledad y de la oración en el secreto del corazón (tan característica de la experiencia de Jesús de Nazaret, como lo muestra el Evangelio). En estas cuevas, al filo de los años, al igual que nosotros, mucha gente necesitada de silencio ha venido a pasar temporadas de meditación en soledad.

Esta etapa, como noviciado internacional, duró hasta el 79: llegaba cada año un grupo nuevo que empezaba el aprendizaje del idioma y de los trabajos: construcción, limpiar los campos de las piedras, aguador (llevar agua a las casas con un mulo y un carro con un bidón de 400 litros que se iba a cargar en las distintas balsas), y todo tipo de trabajos que se presentaban. 

A partir del 79 se dejó de realizar el noviciado aquí en Farlete por dos motivos: primero iba escaseando el trabajo en el pueblo, y luego a nivel de la congregación se optaba por realizar esta primera formación de otra manera: en cada país, en el propio idioma. Fue el momento en que  optamos por quedarnos Renato, Ramón y Enrique, pero, dejando la ermita y buscando una casa en el pueblo. Fue otra andadura, con otros trabajos, y otro estilo de vida más próximo a la vida del pueblo. En el campo, Renato como tractorista, Enrique en varios trabajos pero principalmente como pintor, y Ramón como carpintero. Renato, hace unos años,  optó por la vida de matrimonio, y ahora, con Maite, son pareja de acogida para niños con dificultades familiares y seguimos en estrecha relación.

Y así estamos hasta hoy, ¡y pensamos seguir! con este estilo de vida de presencia amistosa y sencilla participando en actividades, compartiendo el día a día con sus dificultades y alegrías también.

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