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A todos nuestros amigos/as a través del mundo
Todos vosotros habéis estado muy presentes en nuestros encuentros e intercambios, en nuestras celebraciones y en nuestra oración, vosotros cuyos rostros están en el corazón de cada uno de nosotros y cuya amistad nos empuja aun más si cabe a vivir la fraternidad.
Ha sido en la ciudad de Bangalore, en la India donde se ha desarrollado el Capítulo, esa asamblea que tenemos cada seis años para hacer balance de la vida de nuestra Fraternidad. Estábamos unos treinta hermanos de veinte nacionalidades diferentes, representando las fraternidades presentes en cuatro continentes.
La India: mil doscientos millones de habitantes; un auténtico continente que hemos tenido la suerte de poder vislumbrar con la riqueza de su pasado, de su cultura y de su alma tan religiosa… ¡Qué acogida hemos recibido! Muy, muy calurosa. Nuestros ocho hermanos de la India habían preparado todo hasta en el mínimo detalle junto con las hermanitas y sus amigos. Entre todos han sabido hacernos apreciar las diversas facetas de este gran país: hermosa ceremonia de acogida, visita de templos y de sitios históricos, encuentros con representantes de la Iglesia en la India y con personas comprometidas al servicio de los excluidos, ‘jornada de la amistad’ con familias, vecinos y amigos.
Para las fraternidades de la India y para sus amigos, era importante que el Capítulo se desarrollara en su país. Han estado, por un tiempo, en el centro de la Fraternidad y le han hecho conocer un poco mejor y sentir como late su corazón y hacia dónde está orientado: cómo intentan vivir, lo que nosotros llamamos “la vida de Nazaret”, en su cultura de hoy. Queremos darles las gracias por ello.
Hta. Dyvia y nuestro hermano Xavier durante la celebración de acogida |
¿Qué hemos hecho durante un mes completo?
Primero los delegados presentaron la vida de sus diferentes regiones: las sombras y las luces, los desafíos que se les presentan. Unos días de intenso compartir, en los que nos conocimos más profundamente, una vuelta al mundo a partir de las realidades cotidianas de la vida de la gente ordinaria, como complemento del trabajo de preparación que había sido hecho ya, en las regiones y en los grupos continentales, durante más de un año, sobre el tema: “Nuestra vida religiosa en el mundo de hoy”.
Este tema invitaba primero a mirar el mundo en el que estamos. Visto a partir de la vida de trabajo y de barrio que es la nuestra, mundo que tiene a menudo rasgos sombríos: hemos hablado del desnivel creciente entre ricos y pobres, de marginación, de cambios de los valores tradicionales, de dificultades en el trabajo, de inmigración, de la condición de la mujer, de protección de la naturaleza, etc. No se trataba de estadísticas sino de personas concretas con un nombre y un rostro… Pero también hemos constatado todo lo que recibimos en el compartir con nuestros vecinos: la solidaridad, el sentido de la fiesta, el valor y la energía, la creatividad, la dignidad en la pobreza y la obstinación en buscar vida… Además, en los medios en donde la religión marca su vida de cada día, la confianza en Dios y la seguridad tranquila de sabernos entre sus manos.
¿Es que nuestro estilo de vida religiosa aporta algo a aquellos que nos rodean? Han sido nuestros amigos los que responden a esta cuestión. Esperan de nosotros un respeto sin condiciones, acogida, escucha y ser reconocidos como personas únicas y valiosas. En este mundo nuestro, ruidoso y agitado, algunos nos dicen que les gustan nuestras fraternidades como lugares de interioridad. En una época “que nos ha robado el tiempo”, aprecian la disponibilidad a la amistad y el tiempo gratuito pasado juntos. Poner en común lo que ganamos es tal vez hoy lo que sorprende más a la gente, así como una cierta sobriedad de vida que no busca tener cada vez más. Algunos amigos nos han dicho de no olvidar de “bajar cada día al mercado”, es decir de vivir una espiritualidad anclada en la vida ordinaria. Y otros encuentran que deberíamos compartir más lo que nos hace vivir: el encuentro con Jesús de Nazaret, asombrosamente libre de cara al dinero, al poder, al miedo y a su propia vida.
A través de los intercambios de estas cuatro semanas lo que nos ha llamado tal vez más la atención ha sido la gran diversidad de nuestras situaciones: vivimos en mundos completamente diferentes que hacen que debemos aceptar un pluralismo en nuestras maneras de situarnos allí donde estamos. Y, al mismo tiempo, una conciencia fuerte de que estamos profundamente unidos por una misma llamada a dejarnos amar por Dios y buscar su rostro en la oración, en la vida de cada día y en el rostro de aquellos con quienes vivimos. El hermano Carlos decía: “Ver en cada humano un hermano”
Francesco, Stanko, Josemari y Hervé
Una de las tareas del Capítulo era la de elegir lo que nosotros llamamos la Fraternidad general: cuatro hermanos que aceptan el servicio del conjunto de la Fraternidad durante los seis próximos años. Han sido: Hervé (francés viviendo en el Camerún) quien salió elegido Prior, es decir responsable general, y como asistentes: Josemari (español, de la fraternidad de Málaga), Francesco (italiano que hacía ya parte del equipo anterior) y Stanko (Esloveno, de la fraternidad de Zagreb, en Croacia).
Una vez terminadas las elecciones tomamos algunos días de descanso y de descubrimiento de la zona; algunos fueron a visitar lugares históricos y un grupo fue a Alampundi en donde se encuentra una de nuestras fraternidades.
Teníamos también que reflexionar sobre algunas cuestiones relativas a nuestra vida como grupo: somos pocos y muy dispersos, ¿cómo apoyarnos entre regiones? ¿cómo acoger a los jóvenes que piden entrar en la Fraternidad? ¿Y cómo acompañar a nuestros hermanos que envejecen? ¿Cómo mejorar la comunicación entre nosotros y con el conjunto de la “Familia Carlos de Foucauld”? ¿Cómo hacer conocer el mensaje y la vocación de la Fraternidad? Decidimos también reflexionar en los próximos años sobre la forma de profundizar nuestros lazos con los Hermanos del Evangelio.
Había entre nosotros un buen ambiente fraterno y mucha franqueza. Las jornadas estaban cargadas, con la dificultad suplementaria, para algunos, de la lengua. Pero hemos llegado al final.
Los hermanos de África terminaban su informe con este proverbio suyo: “Mas vale encender una pequeña lámpara en la noche, que maldecir la oscuridad”
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En todas nuestras reflexiones estabais presentes, con vuestros sufrimientos, vuestras penas, vuestras inquietudes, vuestra lucha por la vida, vuestra alegría, vuestras esperanzas y aspiraciones por un poco más de humanidad. Ahora regresamos ya a casa y vamos a encontraros. Juntos tenemos que velar por esa pequeña llama, frágil y necesaria: no es el momento de bajar los brazos. Y como una invitación a guardar nuestra lámpara encendida, hay alrededor nuestro en el momento en que os escribimos, un concierto de petardos y de fuegos artificiales: los indios están celebrando el Diwali, la gran fiesta de la Luz.
Como dicen también nuestros hermanos de África: “Estamos juntos”
Bangalore 30 de octubre de 2008
Los hermanos del Capítulo
Eucaristía de la Jornada de puertas abiertas | Sala Capitular | Visita a la fraternidad de Mylasandra | Rafi, nuestra traductora |