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Convocatoria Crónica Testimonios
Oración de todos a nuestro único maestro
Oración de todos a nuestro único Maestro, salida del corazón, llevada a la eucaristía preparada por los hermanos del Mes de Nazaret en el retiro de la Fraternidad Sacerdotal Iesus Caritas en Galapagar, Madrid, en agosto de 2012
Jesucristo,
no puedo hacer nada sin ti; confío en tu poder, porque me amaste y te entregaste por mí.
Soy débil, pero tú eres mi roca. Sentirme amado por ti es un gozo, una alegría.
Quiero vivir desde lo más entrañable de mi ser cristiano y sacerdote el espíritu de la sencillez, de la humildad, y el incansable servicio a la Iglesia, para irradiar mi alegría a las personas con las que convivo, trato y me encuentro. Gracias por el ministerio que me has regalado.
Quiero volver a enamorarme de ti, volver siempre al amor primero. Nacer de nuevo, sabiendo que Dios me ama en mi debilidad, desde los medios que me da la fraternidad a través de la revisión de vida, la oración-adoración, la opción por los pobres, la humildad, viviendo el evangelio como fraternidad.
Contemplo las consecuencias de tu vida como Modelo, en Teresa de Calcuta, en sacerdotes de Chile, en Mahatma Gandhi, en Martín Luther King, en el padre Alberto HURTADO, en el hermano Carlos de FOUCAULD, en tantos laicos y laicas.
Jesús pobre, tú eres mi único Señor, mi único Maestro. Mira mi minoridad, en el abandono al Padre, en ese Nazaret del olvido de mí mismo, la pobreza, el amor, sólo buscándote a ti, cumpliendo la voluntad de Dios, para escuchar más, para adorarte más.
No te mató tu pueblo: eres el mismo ayer, hoy y siempre, nuestro contemporáneo.
Jesucristo, hazme libre para amar, -descendiendo-, para creer, seguir, vivir.
Tú eres lo más importante de mi vida, el único, el centro de todo, por quien merece la pena vivir y morir. Tú, el gran tesoro, como relación personal contigo. Hazme siempre alegre, con optimismo.
Jesús-Amor, quiero escucharte, amarte y seguirte con mayor entusiasmo para anunciarte hoy. Cansado, al final del camino, en ti confío, Señor.
Reajústame, Señor, en esta segunda llamada, en este Nazaret de estar entre la gente sin querer destacar, estando oculto en la masa como uno más.
Amén