Reflexiones sobre la oración del abandono

Benediktbeuern, Alemania agosto de 2003

 

6.- DÍA DE DESIERTO (Marianne Bonzelet)

1. Importancia de las "experiencias en desierto" para nuestra madurez

Cuando hablamos del desierto nuestra mente imagina los desiertos geográficos del mundo, las grandes extensiones de arena, quizá los oasis con palmeras. El desierto tiene su propia belleza, y el hermano Carlos vivió en el desierto entre los tuaregs. La mayoría de nosotros no ha tenido esta feliz suerte, pero podemos experimentar el desierto en nuestras vidas

En el espíritu de la Biblia, el desierto no es un objetivo sino un lugar de paso. No vamos al desierto para permanecer en él sino para atravesarlo. Todos conocemos la historia del Éxodo, seguida de 40 años de excursión por el desierto. En el Éxodo leemos el viaje de los Israelitas que pasan de la esclavitud a la libertad. Este viaje transcurre a través del desierto; los israelitas aprenden a caminar con su Dios, a través de pruebas y sufrimientos. Dios permanece con ellos, les dirige, les protege, les alimenta, les da de beber hasta que llegan a la Tierra Prometida.

En los Evangelios leemos también la experiencia vivida por Jesús en e! desierto. Ir al desierto fue una preparación antes de empezar su Ministerio. Allí afrontó la tentación de poder, de prestigio y de placer. (Mc. 1,12-13)

Para los Israelitas y también para Jesús el desierto fue:

-          Un lugar de encuentro con Dios

-          Un lugar de impotencia

-          Un lugar de tentación

-          Un lugar de rebelión y resistencia

-          Un lugar de ardor

-          Un lugar de silencio

-          Un lugar de oración

-          Un lugar de fuentes escondidas

-          Un lugar de sencillez

-          Un lugar de renovación

-          Un lugar de gracia          ,

El desierto puede ser todo esto para nosotros, si lo permitimos entrar en nuestras vidas. Necesitamos encontrar un lugar de aislamiento en nuestra agitada vida. Debemos crear nuestro propio desierto y permanecer en silencio.

Como miembros de la fraternidad secular Carlos de Foucauld se nos anima a hacer un día de silencio de vez en cuando, alejándonos del ruido, en compañía de las Escrituras si es necesario, y guardar silencio para descubrirnos, descender a lo más profundo de nuestros corazones y descubrirnos a nosotros mismos a la vez que descubrimos a Dios.

Es la bondad y la misericordia de Dios que nos conduce al desierto. El desierto es un tiempo que aprendemos que somos débiles, pobres, pequeños, que tenemos una mezcla de orgullo y maldad, de pereza y de inconsciencia.

Esta experiencia es esencial para nosotros para progresar, para llevar a término este hambre y esta sed de Dios, para esperar en la bondad y en la misericordia de Dios. ("¡La verdad ...!" Jn 8,22) El tiempo de madurar continua en el desierto. El desierto no es nuestra última etapa. Es sólo una .etapa del viaje, esencial. Como seres humanos tenemos necesidad de tiempos de silencio, de ausencia, de separación. Estando en el desierto tenemos fuerza para mezclarnos con los demás durante el día y al atardecer, ofrecer una vez más todos nuestros sufrimientos al Señor.

2. Algunos consejos para un día de desierto (útiles no sólo para este encuentro de vacaciones)

Fijar la fecha para e! día de desierto en e! calendario y respetarla.

Atención: ¡un día de desierto no es un día de vacaciones!

Preparación del día anterior

-          ¿Dónde pasar el día de desierto?

¿En la naturaleza?

¿En una iglesia?

¿En mi habitación?

-          Organización del tiempo en mi día de desierto

¿De cuánto tiempo voy a disponer:  sólo la mañana / por la tarde?

Fijar si es posible el tiempo para la oración

-          ¿Cómo pasar el día: solo/a o con otras personas?

Ver e! momento de esta cita

-          ¿Qué necesito?

Algo para comer

Una libreta y un lápiz

La Biblia

Un impermeable

-          El tema de reflexión

(ver qué es importante en mi vida; reflexionar sobre una decisión que debo tomar, un conflicto, una pasaje de la Sagrada Escritura; hacer una revisión de vida ...)

3. El día de desierto

-          Evitar la distracción ,

-          Salir de buena mañana, si es posible, no hay que olvidar que el tiempo disponible es un tesoro

-          Un día de desierto no es una evasión ni una excursión. Quizá será útil andar un poco por placer de andar, intentando encontrar la serenidad.

-          Estad atentos a los signos de vuestro cuerpo y de la naturaleza. Tomad conciencia de las cosas sencillas de la vida: respiración, silencio, saber reír, reflexionar...

-          Admitid los interrogantes y la rebelión en vosotros

-          Tomad conciencia de vuestra inquietud sin dejar que os moleste

-          Reflexionad sobre un pasaje del Evangelio, una oración o vuestro tema

-          Poned vuestra vida ante Dios

-          Vivir un día de desierto es como hacer una visita a vuestra persona para un reencuentro y para ser capaces de encontrar a los demás

-          Respetad vuestro compromiso con la oración. Abandonaros a la presencia de Dios.

-          Analizad vuestra experiencia al final del día de desierto.

o       ¿Qué he vivido en este día?

o       ¿Qué estuvo bien y qué estuvo mal?

o       ¿Deseo seguir?        .

Es útil hacer el análisis por escrito

-          Realizad al volver a casa que volvéis al lugar de vuestra vocación. Quizá deseáis  compartir vuestra experiencia con otra persona, con un amigo/a, con vuestro marido o vuestra esposa, con el director/a espiritual. Si lo deseáis, concretad la cita.