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Vigilia de oración. Abadía de Tre Fontane,12-11-2005
Un saludo, hermanos y hermanas que venís de las cuatro esquinas del mundo en torno al hermano Carlos de Jesús, el hermanito universal. Este apelativo de Hermano universal adquiere hoy una dimensión nueva, con su beatificación se convierte en una realidad.
Hermano Carlos, tu espíritu que nos ha reunido aquí desde todos los continentes, es un espíritu de confianza, de amor total y de abandono en el Muy Amado Hermano y Señor Jesús. Nuestra espiritualidad, en tu surco, quiere seguir la vida de Jesús en su encarnación en medio de los humanos. No puedo concebir el amor sin una imperiosa necesidad de conformidad con el Amado.
Es una espiritualidad exigente, valerosa y cercana a las humildes realidades de la vida.
En un mundo en el que la eficacia, el materialismo y la riqueza deslumbran las miradas, tú nos invitas, Hermano Carlos, a seguir a Jesús en la humildad, la sencillez del testimonio de vida, la pobreza y la amistad con los pobres, todo ello por amor. En nuestros ambientes, marcados por las injusticias, violencias y discriminaciones de todas clases, tú nos invitas, Hermano Carlos, a perseverar en el espíritu de Nazaret. Por la cercanía y las relaciones de amistad con las personas, nos has abierto, Hermano Carlos, un camino de evangelización; por el testimonio de vida.
Como todos sabemos, el Hno. Carlos vivió en África del Norte. Pero éste a quien los Tuareg habían tocado, a quien habían visto con sus ojos y escuchado con sus oídos, no había podido acercarse en vida hasta el África subsahariana, donde hemos nacido las Hermanitas y los Hermanitos del Corazón de Jesús no hemos llegado a conocerlo en el corazón de África en la República Centroafricana.
Bangui, capital de la República Centroafricana, un país cerrado, marcado por el subdesarrollo, los conflictos interétnicos y las mutaciones socioculturales. Todos los jóvenes tratan de dejar el país para irse a Europa, especialmente, y salir de ese contexto indescriptible. Y es en ese país donde mis 5 compañeras y yo misma decidimos agruparnos para vivir una vida consagrada a Dios en la oración; en medio de nuestro pueblo pobre, con sencillez; como mujeres africanas pero consagradas a Dios.
Hermanos y hermanas, son estas aspiraciones más bien prosaicas, tratadas y compartidas entre nosotras, las que, con gran sorpresa nuestra, nos han preparado para encontrar al P. De Foucauld. Pues, efectivamente, conectamos por correo con el querido y recordado P. Voillaume, que se desplazó personalmente a Bangui en 1977, para venir a vernos y confirmar que lo que nosotras queríamos vivir estaba ya bien explicitado por nuestro Beato Hermano. Más tarde, de 1980 a 1984, la estancia aquí , en la colina de Tre Fontane, de las 6 primeras Hermanitas del Corazón de Jesús, presente aún Hta. Magdeleine, fortaleció este encuentro con la herencia espiritual del Hermano Carlos.
Así es como el Hermano Carlos se nos reveló a nosotras en Bangui, y este encuentro inesperado sigue siendo para nosotras una experiencia espiritual muy fuerte. Evidentemente, el Hermano Carlos nos llevará, por encima de nuestras sencillas aspiraciones humanas, a una verdadera aventura espiritual. Dios nos alcanza dondequiera que estemos y nos adelanta en el camino de la amistad con Él.
La gran familia espiritual del P. De Foucauld es un arco iris en el que cada rama tiene una sensibilidad específica y una misión. Siguiendo a Jesús de Nazaret a ejemplo de nuestro Beato Hermano Carlos, la Iglesia y las Iglesias locales nos reconocen hoy, Hermanos y Hermanas, y autentifican nuestra vida. Y aquí estamos, alentadas por la Iglesia nuestra Madre, para gloria de Dios y salvación de nuestros hermanos, los humanos.
¡Gracias, Jesús, gracias Hermano Carlos!