Extractos de los escritos del hermano Carlos
NAZARET
“Suspiro por Nazaret”.
(Carta a la Sra. Bondy, 26 diciembre 1893)
Carlos de Foucauld, en Tierra Santa concreta su vocación: seguir e imitar a Jesús en Nazaret.
En 1888, en la visita que realiza a Tierra Santa, por orden del P. Huvelin, andando por donde anduvo Jesús, por las mismas ciudades, por los mismos caminos, tiene una profunda e impresionante vivencia de la vida de Jesús en Nazaret.
"Toma como objetivo la vida de Nazaret, en todo y por todo, con su sencillez y su amplitud. En todo: Jesús en Nazaret” (Diario, 22 julio 1905)
Le sobrecoge, especialmente, la humillación que rodea la Encarnación del Hijo de Dios: “Dios, el Ser infinito, el Todopoderoso, haciéndose hombre, el último de los hombres.” Experiencia que determinará todo su vivir en adelante, determinándose a abrazar una vida de oración y pobreza, que le configurase lo más posible a Jesús en Nazaret.
Influencia de un sermón de su confesor y determinación:
Del P. Huvelin en 1887 le impacta una frase que le influye en toda su vida: “Jesús, de tal manera escogió el último lugar, que nadie jamás se lo podrá arrebatar.” (Retiro en Nazaret, 8 noviembre 1897)
Se siente débil, pero anhelando siempre vivir como Jesús de Nazaret:
"Amo a nuestro Señor Jesucristo, aunque con un corazón que querría amar más y mejor, pero, en fin, le amo, y no puedo soportar llevar una vida distinta a la suya..." (Carta a Henry de Castries, 14 agosto 1901)
"Quien ama quiere imitar. Ese el secreto de mi vida: Perdí mi corazón por aquel Jesús de Nazaret y paso mi vida buscando cómo imitarlo, tanto como lo puede mi debilidad." (Carta a Henri Duveyrier, 1890)
A lo largo de los años, su manera de representarse la vida de Jesús en Nazaret y su sentido va evolucionar de una vida más bien escondida a una vida compartida y cercana a los demás.
“La vida de Nazaret puede llevarse en todas partes: hazlo en el lugar más útil para el prójimo” (Diario, 22 de julio 1905)
"Nazaret es el lugar donde transcurre la vida de la mayoría de la gente. Tenemos que respetar infinitamente a los más pequeños de nuestros hermanos… y mezclarnos con ellos”. (Diario Tamanrasset, junio 1916)