Carlos de Foucauld
EL AMIGO DE LOS TUAREGS (1904–1916)
Una llamada hacia el sur...
Ya en 1903, Laperrine, un oficial francés y amigo, le invita a ir con él más al sur, hacia poblaciones más aisladas, pero el Hermano Carlos tarda en aceptar, pues teme perder por completo su estilo de vida monástica. En 1904, tras una estancia en Tagghit para cuidar a soldados franceses heridos, se une a un pelotón del ejército, ya que es por aquel entonces la única posibilidad para ir más al sur.
¿Dónde establecerse?...
En 1905 se establece en Tamanrasset, en el sur de Argelia, desea vivir lo más cerca posible del pueblo. Siente que Jesús le dice: "Es el amor quien tiene que recogerte en mí, no el alejamiento de mis hijos. Veme en ellos" (carnet de Beni Abbés, 1904). Entre 1911 y 1913, hará construir una ermita en el Assekrem, pues el año anterior pasaron por allí muchos nómadas. Pero eso ya no se produce, así que Carlos, encontrando allí poca gente, se quedará muy poco.
¿Qué es el Cuerpo de Cristo?
Es el único cristiano en la zona: durante meses no le estará permitido celebrar la Eucaristía, pero Carlos vive muy cercano a los Tuaregs. Presencia al Cuerpo de Cristo en la Eucaristía, presencia a los más pobres, que forman también Su Cuerpo. Es un mismo movimiento de amor, de acogida, de abandono, en el seguimiento de Jesús. De este modo, Carlos descubre de nuevo las intuiciones de los primeros tiempos de la Iglesia.
¿Qué misión?
Llega a ser el amigo de los Tuaregs. Su caridad conquista el corazón de todos, de los oficiales franceses, de los tuaregs y de su "amenokal" (jefe) Moussa Ag Amastane al mismo tiempo. Le da valor a la cultura tuareg, transcribe sus poemas, y para preparar el camino a futuros misioneros, lleva a cabo una enorme tarea lingüística de gran calidad científica. También ha empezado a traducir los Evangelios, pero poco a poco se da cuenta que su misión en este mundo no cristiano es seguir convirtiéndose a sí mismo, viviendo hasta las últimas consecuencias el Evangelio.
Una experiencia que abre nuevos caminos...
Al final de 1907, se sufre una época de gran sequía y hambre. Carlos está agotado por el trabajo y desanimado: no ha convertido a nadie, no tiene ningún compañero. Enferma gravemente. Esta vez, es él el pobre, de una pobreza que no ha elegido. Y son los Tuaregs los que lo salvan, compartiendo la poca leche de cabra que les queda. Carlos experimenta en aquel momento la impotencia, siendo dependiente de sus vecinos: se da cuenta que la amistad, el amor a los hermanos, pasa por el intercambio, la reciprocidad. Se abre ahora a una relación aún más humilde y auténtica.
La misión de la Iglesia, más allá...
La mirada de Carlos abraza la misión de toda la Iglesia... Escribe mucho, y piensa en la misión que podría ser para cristianos laicos. Con este propósito, entre 1909 y 1913 hace tres viajes a Francia para presentar su proyecto de "Unión de hermanos y hermanas del Sagrado Corazón": "Cristianos fervorosos, de cualquier condición, capaces de dar a conocer con su ejemplo la religión cristiana, de dar a "ver el Evangelio con su vida" (Reglamento - Consejos, 1911-1913).